On jueves, 17 de junio de 2010 0 comentarios



Un buen apretón de manos, no vamos a decir que sea la llave del éxito, pero si es una parte importante de él y es fundamental para causar una buena primera impresión.
Un saludo, en este caso el apretón de manos, debe hacerse cuando usted está parado. Las personas que se saludan deben estar quietas en un sitio, nunca en movimiento.
Salvo en algunas culturas, en las que mirar a los ojos puede interpretarse como una actitud desafiante, al dar la mano debe mirar fijamente a la persona que saluda. El contacto visual es tan importante como el contacto físico de las manos. Las miradas huidizas suelen generar una cierta desconfianza. Si el saludo lo acompaña de una sonrisa, mucho mejor. Una cara agradable es una buena carta de presentación.
El saludo que hace a una persona por primera vez, debe ir acompañado de una frase de cortesía del tipo: "Encantado de conocerle", "Es un placer conocerle", etc. Si ya han sido presentados con anterioridad, servirá un simple "Cómo está", "Es un placer volverle a ver", etc. Las frases de cortesía pueden ser tantas como posibilidades da el vocabulario para combinar las palabras más utilizadas en este tipo de saludos, como placer, honor, gusto, encontrar, ver, coincidir, etc.
Si tiene algún problema con sus manos, el caso más común es la excesiva sudoración (hiperhidrosis), debe tener la precaución de llevar consigo, en su bolsillo, discretamente, un pañuelo de tela, o toallita, que utilizará para secar su mano unos segundos antes de saludar. No es correcto negarse a dar la mano, salvo por una razón médica o especial (tener la mano vendada, escayolada, o con alguna otra lesión).
El apretón de manos debe ser breve, pero intenso, sin llegar a hacer daño a la persona que saluda. Los apretones flojos o muy flácidos, denotan una falta de energía, una cierta fragilidad, un poco de timidez, aunque no siempre es así. También es bueno recordar que cuando da la mano a una señora no debe ejercer tanta fuerza como con la mano de otro hombre, pero tampoco debe hacerlo de forma muy leve, pues puede ofender a la mujer que saluda al quererla tratar con excesiva fragilidad.
El saludo más tradicional es dar la mano derecha, nada más. Hay personas que añaden a este gesto algún otro, tal como: poner su otra mano encima de las dos manos que saludan; agarrar por el codo a la otra persona; dar unas palmadas en la espalda, etc. No son los saludos más protocolarios, aunque si son admitidos.
Si da la mano, procure no agitarla demasiado, con un gesto exagerado de vaivén o balanceo, haciendo el saludo mucho más llamativo y menos discreto. Este tipo de saludo lo suelen hacer aquellas personas a las que les gusta llamar la atención. El saludo más correcto es aquel en el que solo se mueve la muñeca, lo que hace que el movimiento sea muy corto y discreto.
La persona de mayor rango o importancia es la que tiende la mano a la persona de rango inferior. No es muy correcto que usted "lance" su mano primero. Hay que esperar a que le ofrezcan su mano primero, las personas de mayor rango o edad, las mujeres y sus superiores.
No se olvide, salude a quien salude, de tratar de ofrecer una sonrisa, un gesto agradable y una mirada sincera.

On jueves, 10 de junio de 2010 0 comentarios


MEDIDAS DEL CRISTO REDENTOR O CORCOVADO
Mide unos 38 metros y su inauguración data del 12 de octubre de 1931 y desde entonces ha sido un símbolo y año tras año acuden numerosos turistas para poder ver tan magnífica y mítica estatua con tanta historia. Como dato histórico e importante comentar que la primera piedra se puso el 4 de abril de 1922 y hasta 1926 no se empezó la obra. Tiene un peso de 1.000 toneladas y está hecho con cemento armado.

On lunes, 7 de junio de 2010 0 comentarios



EXPERIMENTO DE MILGRAM

En 1963 un profesor de psicología de la Universidad de Yale comenzó a desarrollar una serie de pruebas experimentales con el fin de determinar el nivel de obediencia en una persona cuando esta obediencia entra en directo conflicto con sus valores morales y humanos. Tras una larga serie de experimentos que dejaron atónitos a todos, ya que los resultados eran realmente inesperados, Milgram publicó en 1974 su obra: Obedience to Authority: An Experimental View -Obediencia a la Autoridad: Una Visión Experimental- en la que exponía con lujo de detalles lo acontecido.

El primer experimento de la serie transcurrió en la Universidad de Yale. Con el fin de reclutar individuos de prueba se realizó una solicitada en un periódico local, buscando personas de cualquier tipo y sin requerimiento previo alguno. Como recompensa se ofrecía una cierta cantidad de dinero y solo se debía participar en un simple experimento. Al aviso acudieron varias personas de distintos niveles, desde cuasi analfabetos hasta doctorados. Una vez en el lugar donde transcurriría la experimentación las personas, las cuales entraban individualmente y no en grupo, eran saludadas por el líder del proyecto el cual las introducía a otra persona, un actor cómplice al experimento, como si éste fuera un participante más con el que harían juntos la prueba. Acto seguido les comunicaba que el experimento se basaría en estudiar el aprendizaje bajo castigo y presión indicándoles que uno tomaría el rol de “maestro” y el otro el de “alumno”. Por supuesto la prueba estaba arreglada para que al actor siempre le toque el puesto de “alumno” y a la persona el de “maestro”. A causa de esto la persona creía que era en el “alumno” en el que se realizaba el experimento e ignoraban que en realidad serían ellos utilizadas como conejillo de indidas. Luego de repartir los roles eran separados en dos habitaciones diferentes, donde podían oírse pero no verse. Tras esto, al “maestro” se le daba un shock de 45 voltios indicándoles que esa sería la graduación más baja que el “alumno” recibiría, y que con cada respuesta errada el voltaje iría aumentando. AL iniciar el test las respuestas estaban estratégicamente ubicadas para fuera cuando fuera necesario, por lo que el voltaje, y por ende el dolor del “alumno”, se incrementaría gradualmente. En la etapa final el alumno no sólo gemiría y golpearía las paredes del dolor, sino que además comunicaría sus problemas cardíacos.

El resultado
De los 14 especialistas a los que Milgram había pedido un ensayo sobre que esperar en las reacciones de los individuos, todos, unánimemente, establecieron que sólo un 1.2% de los estudiados presentaría una conducta lo suficientemente sádica como para llegar al final del test. Sin embargo, la realidad fue mucho más espeluznante: de las personas en las que se realizó el experimento un 60%, a pesar del llanto y los pedidos de clemencia de la víctima, llegaron a aplicar el shock final de 450 voltios. Curiosamente, la gran mayoría de los que llegaron al final lo hicieron bajo una inmensa presión y un gran dolor interno, muchos presionaban el botón temblando y algunos otros incluso se largaron en lágrimas mientras hacían las preguntas. Sin embargo, muy pocos se negaron a no obedecer. El experimento fue variando y siendo repetido decenas de veces a lo largo de los años. En todos los casos el resultado fue muy similar.

Encarni González Ledesma

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LA TENSIÓN SUPERFICIAL

En física se denomina tensión superficial de un líquido a la cantidad de energía necesaria para disminuir su superficie por unidad de área. Esta definición implica que el líquido tiene una resistencia para aumentar su superficie. Este efecto permite a algunos insectos, como el zapatero (Gerris lacustris), desplazarse por la superficie del agua sin hundirse. La tensión superficial (una manifestación de las fuerzas intermoleculares en los líquidos), junto a las fuerzas que se dan entre los líquidos y las superficies sólidas que entran en contacto con ellos, da lugar a la capilaridad.

Causa
A nivel microscópico, la tensión superficial se debe a que las fuerzas que afectan a cada molécula son diferentes en el interior del líquido y en la superficie. Así, en el seno de un líquido cada molécula está sometida a fuerzas de atracción que en promedio se anulan. Esto permite que la molécula tenga una energía bastante baja. Sin embargo, en la superficie hay una fuerza neta hacia el interior del líquido. Rigurosamente, si en el exterior del líquido se tiene un gas, existirá una mínima fuerza atractiva hacia el exterior, aunque en la realidad esta fuerza es despreciable debido a la gran diferencia de densidades entre el líquido y el gas.

Otra manera de verlo es que una molécula en contacto con su vecina está en un estado menor de energía que si no estuviera en contacto con dicha vecina. Las moléculas interiores tienen todas las moléculas vecinas que podrían tener, pero las partículas del contorno tienen menos partículas vecinas que las interiores y por eso tienen un estado más alto de energía. Para el líquido, el disminuir su estado energético, es minimizar el número de partículas en su superficie. Energéticamente, las moléculas situadas en la superficie tiene una mayor energía promedio que las situadas en el interior, por lo tanto la tendencia del sistema será disminuir la energía total, y ello se logra disminuyendo el número de moléculas situadas en la superficie, de ahí la reducción de área hasta el mínimo posible.

Como resultado de minimizar la superficie, esta asumirá la forma más suave que pueda ya que está probado matemáticamente que las superficies minimizan el área por la ecuación de Euler-Lagrange. De esta forma el líquido intentará reducir cualquier curvatura en su superficie para disminuir su estado de energía de la misma forma que una pelota cae al suelo para disminuir su potencial gravitacional.

Encarni González Ledesma

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Disonancia cognitiva

El concepto de disonancia cognitiva, en Psicología, hace referencia a la tensión o desarmonía interna del sistema de ideas, creencias, emociones y actitudes (cogniciones) que percibe una persona al mantener al mismo tiempo dos pensamientos que están en conflicto, o por un comportamiento que entra en conflicto con sus creencias. Es decir, el término se refiere a la percepción de incompatibilidad de dos cogniciones simultáneas.

El concepto fue formulado por primera vez en 1957 por el psicólogo estadounidense, de origen ruso, Leon Festinger en su obra A theory of cognitive dissonance. La teoría de Festinger plantea que al producirse esa incongruencia o disonancia de manera muy apreciable, la persona se ve automáticamente motivada para esforzarse en generar ideas y creencias nuevas para reducir la tensión hasta conseguir que el conjunto de sus ideas y actitudes encajen entre sí, constituyendo una cierta coherencia interna.

La manera en que se produce la reducción de la disonancia puede tomar distintos caminos o formas. Una muy notable es un cambio de actitud o de ideas ante la realidad.

Reducción de la disonancia

La motivación para la reducción de la disonancia se debe a la tensión psicológica que un individuo tiene que soportar cuando su sistema cognitivo presenta una gran disonancia o incoherencia interna. Por ejemplo, una persona con valores y creencias morales inculcadas desde su infancia puede verse involucrado en acciones que él mismo rechazaría (guerras, muertes, torturas...), por lo que se ve motivado a introducir valores superiores que justificarían su actitud: la defensa de la Patria, el evitar males mayores, etc.
Mentalidad retributiva

En la toma de decisiones, es también muy importante el efecto de la disonancia cognitiva. Cuando hay un esfuerzo o se produce un coste, lo consistente es que a este costo o penalidad le siga una recompensa apreciable. Toda persona busca el éxito, que no es otra cosa que la recompensa ante el esfuerzo. Por el contrario, el fracaso es disonante; ocurre cuando al esfuerzo o costo no le sigue la recompensa. En estos casos el individuo puede reducir la consiguiente disonancia buscando otra posible recompensa futura: sólo se aprende del error, esto servirá para evitar futuros errores... Otras veces, cuando se ha elegido una alternativa que no ha resultado lo satisfactoria que se pensaba, se pueden encontrar ventajas que antes no se habían detectado. Por eso, después de una compra importante, el comprador suele valorar mejor el producto adquirido que antes de la compra.

En filosofía, sin embargo, tal tipo de disonancia cognitiva no se interpreta como un fenómeno inherente al ser humano sino como una mentalidad procedente del pensamiento religioso como respuesta al malestar o al dolor[cita requerida]. Tal mentalidad se conoce como mentalidad retributiva, debido a que se comprende como una retribución moralmente necesaria al esfuerzo, sacrificio y dolor que per se carecen de valoración. Es lo común en el conjunto de las religiones de todo el mundo y forma parte como residuo en la mentalidad moderna en numerosos momentos de nuestra vida.

Encarni González Ledesma